Hay una tendencia excesiva en especializarse en todas y cada una de las profesiones. Se llegan a especializar tanto las labores del ejercicio que se ha llegado hasta el punto de ser realmente exagerado por lo reducido de la actividad. Dado estos casos se llega a caer en la desprofesionalización del trabajador, ya que llega a desconocer en gran medida el resto de los procesos conociendo tan solo una pequeña parte.
El masaje tampoco no se escapa a esta mala tendencia de especializarse en alguna rama. De esta manera podemos llegar a encontrar: el masaje antiestrés, el relajante, el metamórfico, el quiromasaje, el tailandés, el oriental, el chino, el neurosensitivo, el terapéutico, el deportivo, el descontracturante, el linfático…
¿No son todos masajes? Realmente si, todo son masajes pero con distintas variantes que se ven reflejadas en el ambiente, los productos que se aplican, los ritmos de como se aplican, el material que se llega a usar, la intensidad de las friegas o pases, la formación recibida, etc.
Una vez esto aclarado, empezaremos a hablar del masaje antiestrés cuando el objetivo que se tiene es relajar física y mentalmente a la persona a través de un masaje suave.
Básicamente el masaje antiestrés tiene como objetivo descargar la mente y el cuerpo de las tensiones a las que se esta expuesto diariamente. El estrés es la razón por la que una persona va acumulando tensión mental, pudiendo llegar incluso a sufrir lesiones en el plano físico mediante contracturas que requerirán de otro tipo de masaje.
Recibir un masaje antiestrés al final del día puede ayudar a descansar mucho mejor, pudiendo dormir con mayor facilidad. El tiempo de cada una de las sesiones donde se aplican este tipo de masajes suele ser superior a 30 min, de lo contrario no daría el mismo efecto o el resultado deseado, sin llegar a pasar de los 90 min. para no dejar el cuerpo demasiado sedado.
Cabe destacar uno de los efectos más beneficiosos del masaje antiestrés como es el sueño reparador, facilitando la regeneración de nuestras células gracias a que podremos llegar a la relajación cerebral más profunda. Esto nos permitirá levantarnos más descansados, con mejor animo y mayor fuerza para afrontar el día a día.
En el masaje antiestrés son de vital importancia los factores que acompañan a cada una de las sesiones que se realizan:
Cada masajista tiene su propia manera de realizarlos, destacando que el masaje antiestrés es un masaje para los sentidos por lo que las friegas han de ser largas con una intensidad media, un ritmo pausado alternando entre distintas zonas del cuerpo.
Normalmente todo el mundo suele dejar la espalda para que se le aplique el masaje, siendo esta una clave para la relajación de cada uno. Por el contrario otras zonas como el abdomen y el pecho, suelen causar más tensión y desconfianza.
El masaje como tal viene del periodo anterior a Hipócrates casi 500 Años AC, después fue evolucionando y dividiéndose en las especializaciones que tenemos a día de hoy.
La cultura china, egipcia, griega y romana fueron las que dieron mayor uso a este bien humano, siendo los romanos los que finalmente acabaron desprestigiando el masaje como tal asociándolo a la perversión, al sexo, al culto a la carne y a la corrupción.
Esto dio lugar a una parada y su persecución hasta casi nuestros días, a partir del siglo XIX se revitalizó gracias a la gran influencia sueca. Hasta esa fecha quedo oculto en manos de sanadores, curanderos y pastores, afianzándose finalmente en la sociedad occidental tal y como lo conocemos hoy en día.